Para qué explicar lo obvio... Unas palabrejas sobre lo cotidiano, desde la galaxia de los treinta, sin acritud (o no).
viernes, abril 20, 2007
El macho ibérico desaparece...
Por fin alguien saca a la luz un tema candente: una especie autóctona que desaparece en la península ibérica, y nadie había alertado sobre el tema. Es la desaparición del macho ibérico. Va por tí, Miki...
Johnny y el Dr. House
Johnny tenía éxito en la vida, no tenía problemas económicos y era muy querido por sus amigos. Sin embargo, desde los 18 años sufría de vez en cuando dolores de cabeza, ligeros al principio, pero que fueron aumentando de intensidad hasta llegar a ser insoportables.
Cuando su salud, su trabajo y su vida amorosa empezaron a ser afectados gravemente por este problema, Johnny se decidió a acudir al Hospital donde trabajaba el famoso Dr. House.
House, no sin ciertas reticencias iniciales y después de que la Jefa le amenazara con partirle la cara , mandó a sus lacayos a examinarle: el negro realizó varios análisis, el australiano tomó radiografías, la piba con cara de mala leche muestras de sangre, de heces, de orina... y, tras algunos días de ponerles a parir y de gastar varias tizas en el pizarrín, por fin fue a ver a Johnny y le dijo:
- Tengo una noticia buena y una mala. La buena es que puedo curarle sus dolores de cabeza. La mala es que para hacerlo tendré que castrarlo. Vd. sufre una rara dolencia por la que sus testículos oprimen la base de la columna vertebral, y eso es lo que le causa horribles dolores de cabeza. La única manera de remediarlo es extirpárselos.
Johnny quedó sorprendido y deprimido, pero sus jaquecas empeoraban más cada día, y preso de la desesperación decidió someterse a la operación.
Al salir del Hospital, el dolor de cabeza había desaparecido por completo, pero se sentía abatido y desanimado, como si le faltara una parte de sí mismo (obviamente).
Caminando por la ciudad, se puso a reflexionar y decidió que ya que se sentía como una nueva persona, empezaría su vida de nuevo, disfrutándola a cada momento.
Animado, pasó frente a una sastrería carísima.
- Eso es lo que necesito -se dijo a sí mismo-. Para empezar, me compraré un traje nuevo-.
Así que entró en la tienda y le dijo al vendedor que necesitaba un traje.
El vendedor, un tipo correctísimo que parecía un Lord inglés, le observó por un momento y dijo:
- Muy bien, caballero... mmm... talla 44 de chaqueta, pantalón... mmm... 48 de cintura y 56 de largo...
- ¿Está Vd. seguro? ¿Cómo puede saberlo sin medir?
- Es mi trabajo -repuso el vendedor-.
Johnny se probó el traje, y le quedó perfectamente de hombros, de talle, de mangas... y encima, era la primera vez que no tendría que arreglar los bajos del pantalón. Se observó satisfecho en el espejo, y el vendedor le preguntó:
- ¿Qué le parece completar con una corbata y camisa nuevas?
Johnny lo pensó por un momento, y respondió:
- Pues, sí, ¿por qué no?.
- Veamos... mmm.... la camisa ha de ser... un 34 de mangas y 16 de cuello.
- ¡Rayos! ¿Cómo lo sabe?
- Es mi trabajo -repitió el vendedor-.
Johnny se probó la camisa, que le quedó que ni hecha a medida. Mientras se miraba en el espejo con el traja, la camisa y la corbata más bonita que había visto en su vida, el vendedor le dijo:
-Caballero..., ¿y unos zapatos nuevos?
Johnny estaba cada vez más animado.
- Por supuesto -dijo-.
El vendedor echó un vistazo a los pies de Johnny.
- Ha de calzar... mmm.... exactamente un 42 y medio.
Johnny estaba asombrado.
-Pe... pero... ¿cómo puede acertar a la primera?
- Ya le digo que es mi trabajo -respondió el vendedor-. Creo que éstos le gustarán.
Ayudó al admirado Johnny a ponerse un magnífico par de zapatos nuevos, que por supuesto le estaban perfectos, y volvió a preguntar:
-Ya que estamos en esto, caballero... ¿me permite recomendarle unos calzoncillos importados que le sentarán de lujo?
Johnny lo pensó por un segundo, recordó en la operación que acababa de sufrir, y dijo:
- Pues vale, muy bien.
- Perfecto, deben ser calzoncillos de... mmmm... la talla 50.
Johnny se rió:
- Je, je, amigo mío, ahora sí se equivoca. La talla de los calzoncillos me la sé, y he usado la 46 desde los 18 años.
El vendedor negó con la cabeza:
- No, caballero, no es posible que use ni la 46 ni la 48... porque el calzoncillo estaría demasiado apretado. Le presionaría los testículos contra la base de la columna y tendría todo el día unos HORRIBLES dolores de cabeza...
Cuando su salud, su trabajo y su vida amorosa empezaron a ser afectados gravemente por este problema, Johnny se decidió a acudir al Hospital donde trabajaba el famoso Dr. House.
House, no sin ciertas reticencias iniciales y después de que la Jefa le amenazara con partirle la cara , mandó a sus lacayos a examinarle: el negro realizó varios análisis, el australiano tomó radiografías, la piba con cara de mala leche muestras de sangre, de heces, de orina... y, tras algunos días de ponerles a parir y de gastar varias tizas en el pizarrín, por fin fue a ver a Johnny y le dijo:
- Tengo una noticia buena y una mala. La buena es que puedo curarle sus dolores de cabeza. La mala es que para hacerlo tendré que castrarlo. Vd. sufre una rara dolencia por la que sus testículos oprimen la base de la columna vertebral, y eso es lo que le causa horribles dolores de cabeza. La única manera de remediarlo es extirpárselos.
Johnny quedó sorprendido y deprimido, pero sus jaquecas empeoraban más cada día, y preso de la desesperación decidió someterse a la operación.
Al salir del Hospital, el dolor de cabeza había desaparecido por completo, pero se sentía abatido y desanimado, como si le faltara una parte de sí mismo (obviamente).
Caminando por la ciudad, se puso a reflexionar y decidió que ya que se sentía como una nueva persona, empezaría su vida de nuevo, disfrutándola a cada momento.
Animado, pasó frente a una sastrería carísima.
- Eso es lo que necesito -se dijo a sí mismo-. Para empezar, me compraré un traje nuevo-.
Así que entró en la tienda y le dijo al vendedor que necesitaba un traje.
El vendedor, un tipo correctísimo que parecía un Lord inglés, le observó por un momento y dijo:
- Muy bien, caballero... mmm... talla 44 de chaqueta, pantalón... mmm... 48 de cintura y 56 de largo...
- ¿Está Vd. seguro? ¿Cómo puede saberlo sin medir?
- Es mi trabajo -repuso el vendedor-.
Johnny se probó el traje, y le quedó perfectamente de hombros, de talle, de mangas... y encima, era la primera vez que no tendría que arreglar los bajos del pantalón. Se observó satisfecho en el espejo, y el vendedor le preguntó:
- ¿Qué le parece completar con una corbata y camisa nuevas?
Johnny lo pensó por un momento, y respondió:
- Pues, sí, ¿por qué no?.
- Veamos... mmm.... la camisa ha de ser... un 34 de mangas y 16 de cuello.
- ¡Rayos! ¿Cómo lo sabe?
- Es mi trabajo -repitió el vendedor-.
Johnny se probó la camisa, que le quedó que ni hecha a medida. Mientras se miraba en el espejo con el traja, la camisa y la corbata más bonita que había visto en su vida, el vendedor le dijo:
-Caballero..., ¿y unos zapatos nuevos?
Johnny estaba cada vez más animado.
- Por supuesto -dijo-.
El vendedor echó un vistazo a los pies de Johnny.
- Ha de calzar... mmm.... exactamente un 42 y medio.
Johnny estaba asombrado.
-Pe... pero... ¿cómo puede acertar a la primera?
- Ya le digo que es mi trabajo -respondió el vendedor-. Creo que éstos le gustarán.
Ayudó al admirado Johnny a ponerse un magnífico par de zapatos nuevos, que por supuesto le estaban perfectos, y volvió a preguntar:
-Ya que estamos en esto, caballero... ¿me permite recomendarle unos calzoncillos importados que le sentarán de lujo?
Johnny lo pensó por un segundo, recordó en la operación que acababa de sufrir, y dijo:
- Pues vale, muy bien.
- Perfecto, deben ser calzoncillos de... mmmm... la talla 50.
Johnny se rió:
- Je, je, amigo mío, ahora sí se equivoca. La talla de los calzoncillos me la sé, y he usado la 46 desde los 18 años.
El vendedor negó con la cabeza:
- No, caballero, no es posible que use ni la 46 ni la 48... porque el calzoncillo estaría demasiado apretado. Le presionaría los testículos contra la base de la columna y tendría todo el día unos HORRIBLES dolores de cabeza...
lunes, abril 16, 2007
La chica pedo con el pelo sucio
Llevo demasiado tiempo sin salir de marcha, pero ya se sabe, juventud divino tesoro... Cuando tenga hijos, a ver si les enseña el video.
Cuando las alcantarillas tienen vida
http://www.liveleak.com/view?i=5fe_1176635740&p=1
Algo parecido hemos vivido en Barcelona, pero no de las cloacas,
Algo parecido hemos vivido en Barcelona, pero no de las cloacas,
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