martes, noviembre 23, 2004

¿ELOGIO DE LA PEREZA?

Tal y como el Elogio de la locura (la que demuestro intentando mantener activo UNA DE MEDICOS y el presente blog, condenado prematuramente al abandono), La Vanguardia Digital (linkada solo para los que nos apuntamos a todo) nos habla en su suplemento dominical de un libro, Buenos Dias, Pereza, que alaba la pereza, pero no la vacacional, sino la que tiene lugar en el puesto de trabajo. La autora, Corinne Maier, es capaz de soltar perlas como “Las empresas exigen mucho, pero se cuidan de hacer promesas y no garantizan nada a largo plazo. ¿De qué serviría? Como se sabe, las promesas sólo comprometen a quien las escucha. Además, en un ámbito donde se supone que las oportunidades se reparten de forma equitativa, es inevitable pensar que el parado ha hecho algo para merecer su situación: si está sin trabajo, es porque es peor que otros que sí trabajan. Si se elimina tu puesto en la empresa, es porque no has sabido mostrar su utilidad, interesar a un cliente. ¡Es culpa tuya, por supuesto! Y eres tanto más culpable cuanto que trabajar es un imperativo categórico en un mundo donde, según nos han hecho creer, el trabajo es la principal esfera sobre la que se construye la identidad individual. 'Trabaja, trabaja', nos ordenan: pero como aún nos queda cierta capacidad de juicio y libre albedrío, tenemos derecho a preguntarnos '¿Para qué?'”. En el entorno competitivo en el que nos encontramos, es un lujo para ricos mantener esta actitud, pero la verdad es que yo conozco gente así: no vale la pena buscar compromiso en ellos, ni apoyo, ni compañerismo. Es difícil saber qué les mantiene donde están, y cómo llegaron allí. Son supervivientes en el sistema: cúidate de ellos, porque de la misma forma que la apatía es su consigna, supervivencia es su lema. Al ser acosada por sus empleadores, la autora de la obra se lanzó en brazos de los sindicatos (olvidados ¿inadvertidamente? en la obra) buscando apoyo en el calor solidario del grupo. Y por cierto, el trabajo se lo siguieron haciendo los trabajadores a tiempo parcial de la empresa, los únicos que trabajarían en las mismas si todo el mundo fuese como ella...

3 comentarios:

Ella dijo...

Si todos fueran como ella, no existiria la discusión, ni el desenfreno, ni la reconciliación, ni los favores.

Lo sé, voy más allá de lo que usted queria explicar. Pero me encanta cambiar de tema.

Buen blog, Frederic.

shoes dijo...

misterpissed.blogspot.com

Anónimo dijo...

Aqui Ceinwen de Cocooning. Me ha gustado tu blog. Por supuesto, todo tuyo el enlace, sin permisos necesarios. Lo que dices de los sindicatos.... bueno me imagino que es el único recurso hoy en día, y tal vez por eso la "ironía" de que la autora acudiera a ellos, pero hay que admitir que dejan mucho que desear, que no son, con diferencia, lo que eran. Mi experiencia personal hoy en día es que tienen su actividadad bajo mínimos. Para que te hagas una idea, trabajo en un sitio en que por contrato (que ya se que no es válido pero ahí queda) se obliga a la gente a renunciar a la representación sindical. Un sindicato español está al corriente de ello... Con cerca de 200 no hay comité de empresa... y tiene a los empleados cogidos del cuello porque en general son madres con hijos, que no saben hacer otra cosa que no sea lo que hacen allí, y tienen mucho miedo.... Es una mala pesadilla, jamás pensé que existieran lugares así en pleno siglo XXI, pero los hay, y lo peor es que proliferan. En esta sociedad de capitalismo salvaje tengo la sensación de que el trabajador está tan desasistido como antes de conseguir ciertos logros. Por eso la postura a priori, antes de haber leído el libro, quizá luego cambie de opinión, de la autora, me parece casi una cuestión de legítima defensa :D. Un saludo

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