Lo malo de los fallos es que a veces son reflejos del subconsciente, con la parte de realidad de uno mismo que arrastran. Para los castellanoparlantes es un fallo garrafal lo de TRENTA, pero es una catalanada (mi lengua materna es el catalán). De cualquier modo, como decía un conocido presentador, quien pierde sus raíces pierde su identidad, por lo que no hay paso atrás. Ahí queda eso...
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